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España fue la potencia europea que llegó a conquistar la mayor parte de América. En parte, esto se debió a que el descubrimiento del nuevo continente para los europeos fue realizado con el apoyo de los Reyes Católicos. Cristóbal Colón dio parte del hallazgo a Juan II de Portugal en 1493, al volver de su primera expedición. Esto generó una serie de negociaciones entre España y Portugal que se resolvieron mediante la intervención del papa Alejandro VI, que por una bula declaró legítima la posesión española de todas las tierras encontradas más allá de cien leguas al oeste de las islas Azores.[3] Con una ligera modificación posterior, esta bula repartió en el papel el continente entre España y Portugal, sin embargo otras potencias europeas se sumaron a la conquista y colonización en América. Entre ellas se encuentran Francia, Gran Bretaña, los Países Bajos, Rusia y Dinamarca. También se formaron pequeñas colonias escandinavas en la costa oriental de lo que actualmente son los Estados Unidos.
Los pueblos americanos presentaron resistencia a la ocupación de los europeos, sin embargo, se hallaban en desventaja. La tecnología bélica de los recién llegados era más avanzada y mortífera que la tecnología indígena. Los europeos conocían la fundición, la pólvora y contaban con caballos y vehículos de guerra. Los americanos contaban con una tecnología lítica y carecían de animales de carga, pero eran superiores en número y en conocimiento del terreno. Las enfermedades que los europeos llevaron a América —para las cuales los indígenas carecían de defensas— cobraron miles de vidas y fueron un factor que pesó en contra de las sociedades americanas, que en medio de la guerra también enfrentaron el desastre epidemiológico. La historia de la Conquista de América ha sido relatada principalmente desde el punto de vista de los europeos. Salvo en el caso de los mesoamericanos, los pueblos indígenas desconocían la escritura, de modo que los registros de los hechos desde la perspectiva indígena consisten principalmente en relatos recuperados algunos años después por los propios europeos. Se cuenta con ellos en los casos de Nueva España, el Perú y Yucatán.
Muchas
culturas del Nuevo Mundo se conservaron y aumentaron la población aunque
también muchas culturas indígenas desaparecieron debido en ocasiones a
enfermedades que eran llevadas por los europeos y que eran desconocidas para
ellos, y en otras a las conquistas europeas.
La Conquista
de América abrió nuevas vías de comunicación y transporte, sobre todo marítimas
entre Europa y América, así como entre distintos puntos de Europa y de América
entre sí. Ello llevó a la creación de decenas de puertos oceánicos y fluviales
en el continente americano. El trazado de esas vías estuvo influido en gran
medida por razones mercantiles, relacionadas con los bienes que los
colonizadores extraían en América para ser llevados a Europa, principalmente
oro, plata y alimentos, así como la exportación de manufacturas desde Europa y
esclavos desde África hacia América.
Culturales: con el Renacimiento, en la sociedad europea algunos sugerían la
esfericidad de la Tierra, y la proliferación de comerciantes
provocó la proliferación de leyendas y crónicas exageradas (viajes de Marco Polo, leyenda del Preste Juan), que causaron un gran interés por lo desconocido en
la Europa de la época, junto con el espíritu aventurero hacia el Lejano Oriente.
Tecnológicas: la
aparición de nuevas naves, como las carabelas o los galeones que permitían la penetración trasatlántica, gracias a
Alfonso V y a Juan II de Portugal ("El
Perfecto" o "El Navegante"), y por el proceso de mejora naval y
de exploración, estos barcos incluían las velas cuadradas y las triangulares,
junto con un casco reforzado, evolución de los barcos del comercio flamenco.
Estos fueron los primeros barcos que pudieron hacer "cazadas",
navegar contra el viento y al costado de este, con lo que se logró el
descubrimiento de Canarias, remontar la costa africana y
descubrir América. Nuevos instrumentos de navegación, como el astrolabio o la brújula, que permitían orientarse en el mar junto con el
seguimiento de las estrellas, así como los avances en cartografía, fueron fundamentales para permitir la llegada
europea a América.
La tecnología del siglo XVI:
La Europa cristiana existían básicamente dos tipos de barcos:
![](http://www.turevista.uat.edu.mx/Imagenes/colon_3.jpg)
Los navíos del mediterráneo eran livianos, planos, anchos y con velas
triangulares para darles dirección, aunque eran impulsados por remos. Estas
embarcaciones resultaban apropiadas para la navegación solo en mares
relativamente tranquilos.
Los navíos del norte de Europa eran mas pesados, profundos y con un casco
curvo, impulsado por velas rectangulares, más apropiadas para la navegación en
las aguas profundas y tormentosas. Los nuevos navíos de exploración fueron una
mezcla entre ambos tipos de barcos, que dieron como resultado la nao de las
expediciones portuguesas y la carabela de los españoles. Hacia comienzos del
siglo XVI la Europa cristiana ya estuvo preparada, entonces, para emprender la
exploración a tierras lejanas. La brújula, los mortelogios, el astrolabio y los
portulanos posibilitaron las expediciones a tierras lejanas.
Una carabela es una embarcación a vela, ligera, alta y larga –hasta 30 metros–, estrecha, de aparejo redondo o latino y contaba con tres mástiles, sobre una sola cubierta y elevado castillo de popa; navegaba a 5,83 nudos (unos 15 km /h). Gracias a estas características pudo afrontar con éxito los viajes a través del océano. Fue inventada por portugueses pero también fue utilizada por los españoles en sus propios viajes de exploración durante el siglo XV. Fue diseñada en la Escuela de Navegación de Sagres, fundada por Enrique el Navegante a principios del siglo XV.
Con este tipo de velamen, velas latinas, el pilotaje de una carabela requería mucha más destreza y conocimiento que con las embarcaciones más comunes de finales de la Edad Media y principios del Renacimiento, de las cuales la principal era la carraca o nao. Ello conllevaba una mejora significativa de la maniobrabilidad con cualquier tipo de viento; sin embargo, este tipo de vela no permite aprovechar al máximo el viento de popa como lo hacen las velas rectangulares.
Es muy probable que las carabelas hayan evolucionado de los shows, de las vagras o vágalas árabes, buques de tres palos con vela triangula, (trina), de cuyo nombre: "La trina", derivó el nombre de "Latina", cuando éstos se introdujeron en la Península Ibérica durante la ocupación musulmana.
En un principio las carabelas se utilizaron como embarcaciones pesqueras. Dada sus cualidades marineras así como por los avances en la construcción naval de los astilleros portugueses y españoles, sus prestaciones se extendieron a la carga y la exploración de nuevas tierras.
En los años posteriores al descubrimiento y la conquista y
colonización de América, las carabelas fueron cayendo en desuso
en la medida que aparecieron nuevos tipos de embarcaciones, especialmente los galeones, los cuales tenían como precedente a
las naos y carracas, pero con enormes mejoras en sus prestaciones,
especialmente en cuanto a capacidad de carga, resistencia y maniobrabilidad.
Los
españoles aportaron a sus colonias en América una serie de elementos técnicos
comunes a las civilizaciones euro-asiáticas, que se difundieron por el
continente en un tiempo asombrosamente corto. Entre ellos:
- el caballo, que reavivó a las comunidades cazadoras de las
praderas estadounidenses hasta el siglo XIX y las de ciertos pueblos
sudamericanos: mapuches, pampeanos, etc. Junto con el
caballo, la guarnicionería.
- la vid, de
cuyas cepas descienden hoy las producciones vinícolas de Chile, Argentina y California.
- el vinagre.
- las leguminosas (judías,
garbanzos, lentejas, habas...).
- el arroz, almendras, ajos,
cebollas, ciruelas pasas (y demás frutas secas).
- el ganado bovino, incluyendo al bravo, por lo que hoy existen corridas de toros en Perú, México, Ecuador, Colombia o Venezuela.
- el trigo, originario de la antigua Mesopotamia.
- el ganado ovino.
- sebo, alquitrán.
- la rueda como elemento de trabajo y transporte, pues
algunas culturas americanas ya hacían uso de ellas en juguetes y, probablemente, en otras áreas técnicas que se
han perdido.5 No obstante, autores de
prestigio como Stanley H. Boggs, eran escépticos ante esos juguetes
hallados por aficionados, sin ninguna garantía arqueológica. "Los
indígenas quedaron muy impresionados por dos artilugios occidentales que
traían los españoles: el carro con ruedas y la polea. (...) Aunque los
mexicas tenían tornos de alfarería, no se les había ocurrido usar la rueda
como medio para facilitar el transporte." Pág. 572 de "El
Imperio Español. De Colón a Magallanes", de Hugh Thomas. La noria
también fue introducida por los españoles en América.
- el hierro: antes del descubrimiento de América, en la
Península, la rejería, tanto civil como religiosa, había elevado el
tratamiento del hierro a la categoría de arte, con toda clase de diseños y
filigranas.
- la metalurgia de Toledo, la más avanzada de Europa.
- la cerámica de Valencia: azulejos, vajillas, etc.
- las armas de fuego, que remontan su técnica moderna a la
Bombardilla sueca de Loshult (Circa
1350).
- la pólvora, inventada por los chinos.
- el limón, originario del sudeste de Asia, fue llevado a Europa durante las Cruzadas.
- el azúcar, llevado desde Medio Oriente al entonces territorio conocido como Al-Ándalus durante las Cruzadas.
- el lino, el cáñamo.
- la seda.
- la imprenta moderna, inventada por el alemán Johannes Gutenberg en 1453, fue llevada por los españoles a América ya en
la primera mitad del siglo XVI.
- el calendario juliano, después en 1583, gracias a la bula Inter
Gravissimas, se
instauró el calendario
gregoriano.
- las arquitecturas europeas y
árabes, de las que había buenos ejemplos en los reinos españoles antes del
descubrimiento de América: la Alhambra de Granada, la mezquita de Córdoba, Medina Azahara, los Alcázares de Sevilla, los palacios renacentistas de Jabalquinto, el de Cogolludo, el del
Infantado, el Colegio
Mayor Santa Cruz, e
innumerables iglesias, catedrales y palacios románicos, góticos y
mudéjares (la catedral románica de Santiago de Compostela, del siglo XII, posee la obra
cumbre del románico europeo: el Pórtico
de la Gloria, del
gallego maestro Mateo). La arquitectura del antiguo Egipto, similar a la precolombina, hacía mucho tiempo
(desde la Grecia clásica) que se había superado en
Europa (y en el mundo islámico) por soluciones más avanzadas y
sofisticadas.
- los castillos y monasterios
medievales. Los primeros, apenas tuvieron continuidad en el Nuevo Mundo.
Los monasterios, sí. Algunos, como el de Santa Catalina, en Arequipa,
verdaderamente originales.
- las técnicas de jardinería: los
jardines del Generalife, que datan de los siglos XII a
XIV, los jardines de Aranjuez, los de Toledo, los de Sevilla, etc.
- las técnicas de construcción de
barcos de gran tonelaje, fundando modernos astilleros en Cuba y en el continente
americano: Guayaquil, Panamá, etc.
- las técnicas de navegación
transoceánicas.
- la Ballestina, utilizada en el
mar desde principios del siglo XV para determinar la altura de los astros.
- el astrolabio, el cuadrante, la
brújula marina (una aguja magnética montada sobre balancines para que
pudiera girar libremente pese a los bandazos de los buques), la ampolleta
(una especie de reloj de arena), y otros instrumentos de navegación.
- la cartografía.
- las técnicas de explotación
mineras: además de introducir implementos de hierro como picos,
alzaprimas, cuñas y almádenas, los españoles inventaron técnicas de
explotación minera como los molinos de ganga accionados por fuerza
hidráulica, o el método de amalgama: la plata se extraía del mineral
combinándola con mercurio y se la separaba de la amalgama por destilación
del azague.
- conocimientos de aritmética,
geometría, astronomía y música (el "quadrivium"), que se
enseñaban en las universidades hispánicas desde el siglo XIV.
- el sistema financiero: el
dinero, la banca, la letra de cambio, las sociedades mercantiles, etc.
- conocimientos de economía: en
el siglo XVI, la Escuela de Salamanca estaba en la primera fila de estos
estudios: "Fueron los tratadistas de la Escuela de Salamanca los que,
antes que el francés Jean Bodin, vieron la relación entre la abundancia de
moneda, su depreciación y la correlativa carestía de los productos y
servicios (...)." Pág. 252 de "El Antiguo Régimen: Los Reyes
Católicos y los Austrias". Antonio Domínguez Ortiz. Por su parte,
Joseph A. Schumpeter, en su clásica obra "Historia del análisis
económico", se refiere a "El muy alto nivel de la economía
española en el siglo XVI (...)". Pag. 207 de la citada obra. Autores
como Luis Ortiz ("Memorial al Rey para que no salgan los dineros de
estos reinos de España", 1558), Saravia de la Calle, elaborando una
teoría de los precios, Martín de Azpilicueta, que ofrece una teoría
cuantitativa del dinero, Tomás de Mercado, exponiendo una muy moderna
interpretación del cambio internacional... son sólo algunos de los nombres
que sentaron las bases de la economía en España, pero también en Europa.
- los conocimientos de medicina:
antes de descubrimiento de América, desde el siglo XIII, ya había una
cátedra de medicina en Salamanca. Por aquellas fechas, su titular, Gabriel
Álvarez Abarca era, además, médico de los Reyes Católicos.
- los conocimientos de farmacia:
en la Península se investigaba y desarrollaba la farmacia en la célebres
"boticas". Para estar al frente de una farmacia, era necesario
tener el título de Maestro Boticario, al que se accedía mediante un
riguroso examen.
- hospitales: ya desde el siglo
XII, el Camino de Santiago estaba jalonado de hospitales
que atendían a los peregrinos y a los enfermos pobres de la
localidad en la que estaban ubicados. Pero fueron los Reyes Católicos los
que más impulsaron la medicina hospitalaria en todos sus dominios ibéricos.
Tal vez el mejor exponente de este empeño sea el Hospital de los Reyes
Católicos de Santiago de Compostela, fundado por ellos mismos en 1499, hoy
convertido en el Parador Nacional de Santiago.
- las técnicas hidráulicas,
conocidas desde las épocas de las dominaciones romana y árabe: acueductos
y embalses (los acueductos de
Segovia y
Mérida, el embalse de Proserpina, también en Mérida, etc.), canalizaciones
y regadíos (la huerta de Murcia)...
- la técnica de los tapices:
Importantísimas fueron las colecciones de tapices de los reyes Fernando e
Isabel.
- la marroquinería, el repujado,
el damasquinado, la esmaltería, la azabachería, la mazonería, la
orfebrería, la joyería.
- la encuadernación de libros.
- la técnica de las vidrieras,
que había alcanzado su madurez en la decoración de algunas catedrales
góticas de los siglos XIII y XIV (la de León la más destacada)
- las técnicas de pintura
desarrolladas durante los siglos XIV Y XV (pintura al temple, al óleo...),
las técnicas del laminado del oro ("pan de oro") para recubrir
retablos.
- las técnicas de entretejido:
alfombras, vestidos, terciopelos, brocados... En Alcaraz, se fabricaban desde el siglo X algunas de las
mejores alfombras de Europa. Varias de ellas se conservan en el Museo
Nacional de Artes Decorativas de Madrid.
- la técnica del artesonado.
- las técnicas urbanísticas: ya
Fernando el Católico escribió a Nicolás de Ovando dándole instrucciones de
cómo se debían planificar las nuevas ciudades en América. Lo mismo hizo el
rey Carlos I. Pero fue Felipe II quien, en sus famosas "Ordenanzas de
Poblamiento" de 1573, estableció las normas a seguir: una amplia
plaza mayor, calles amplias "tiradas a cordel", edificios dentro
de cuadrículas, etc.
- la ingeniería militar, que se
plasmó en los fuertes de San Marcos, en La Florida, el de San Carlos de
Perote, el de San Felipe de Bacalar, el de San Juan de Ulúa, el recinto
fortificado de Campeche, el fuerte de San Diego de Acapulco, todos ellos
en México; los castillos de La Punta, de la Fuerza y el de los Tres Reyes
del Morro en La Habana; el castillo de San Carlos de la Cabaña, también en
Cuba; el castillo del Morro de Santiago de Cuba; la ciudad amurallada de
Santo Domingo; las murallas de San Juan de Puerto Rico; el castillo de San
Felipe del Morro, también en Puerto Rico; el fuerte de San Lorenzo el Real
de Chagre, en Panamá; el fuerte de San Felipe en Puerto Cabello; el castillo
de Araya y las fortificaciones de Cumaná, en Venezuela; el fuerte de San
Felipe de Barajas en Cartagena de Indias, Colombia; la fortaleza del Real
Felipe del Callao, en Perú; el recinto fortificado del castillo de Niebla,
en Chile, etc.
- la ingeniería civil:
innumerables puentes, puertos, canales y calzadas.
- las Universidades, como
instrumentos de transmisión de conocimientos: ya en el siglo XVI, se
fundaron las de Santo Domingo, México y Lima.
- escritura: la gramática de Antonio de Nebrija de 1492, la primera gramática
europea desde Roma, que serviría de modelo para las de otras lenguas y
marcó un hito en la maduración del castellano.
- productos asiáticos
(manufacturas de seda, especias, porcelanas, marfiles, etc.).
http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Espa%C3%B1a_en_Am%C3%A9rica
Si bien los
avances tecnológicos y culturales jugaron el papel más importante en empresas
de los conquistadores, un factor colateral fueron las enfermedades traídas por
los viajeros, especialmente la viruela, donde hay quien afirma que aniquilaron
naciones enteras antes el contacto con los españoles. Otro factor fundamental
fue la habilidad de los conquistadores en explotar las diferencias políticas
entre los propios pueblos indígenas, ya sea apoyando a uno de los bandos de una
guerra anual, como en el caso del Imperio Inca, o apoyándose en la poblaciones
sometidas por el pueblo al que se pretendía sojuzgar, sea el caso del imperio
Azteca.
Militarmente
los conquistadores poseían algunas ventajas tecnológicas sobre los pueblos originarios, especialmente la tecnología de la
navegación oceánica con velamen, las armas de fuego y el acero. Por otra
parte las civilizaciones originarias tenían la ventaja del número, aunque la
desunión y enemistades entre los pueblos indígenas jugó a favor de los
españoles. En todos los casos las naciones indígenas cuya conquista pretendían
los españoles superaban a estos en número: en promedio los españoles
peninsulares nunca superaron el 2% de la población de América. Sin embargo era
habitual que los conquistadores españoles realizaran alianzas para formar
ejércitos numerosos. El ejército con el que Hernán Cortés atacó Tenochtitlán estaba integrado por 200.000 soldados,4 de los cuales menos del 1% eran
españoles.4 Sin embargo a nivel táctico los
españoles eran muy superiores a aztecas e incas, el modo de lucha era diferente,
mientras los indígenas trataban de capturar prisioneros para sacrificar a sus
dioses con un objetivo ritual, los españoles solían matar al enemigo en el
cuerpo a cuerpo con un objetivo estratégico, lo que unido a su armamento más
eficaz causaban gran mortandad entre los indios.
No se
conoció ni el hierro ni el acero en América hasta la llegada de los españoles,
a pesar de que muchas civilizaciones americanas habían desarrollado métodos
avanzados para el tratamiento y fundido de los metales (oro, plata, bronce, estaño, cobre). Este conocimiento se aplicó
principalmente para la elaboración de objetos religiosos, artísticos y
simbólicos, así como de utensilios domésticos de uso cotidiano. Sólo los quechuas y los purépechas elaboraban armas de cobre, pero
estas no alcanzaban el filo y dureza del hierro y el acero. Los cascos y
armaduras de hierro que utilizaron los conquistadores constituyeron un
importante factor de defensa personal, ideadas para resistir proyectiles o
ballestas de las guerras europeas, pero excesivas para el trópico americano o
armas indígenas . Sin embargo, la depurada tecnología textil de las
civilizaciones andinas, que permitía tejidos de hasta 500 hilos por pulgada estructurados
en capas sucesivas, les permitió desarrollar eficientes armaduras de tejido
acolchado (el escaupil) que fueron adoptadas finalmente por los españoles,
abandonando sus cascos y corazas metálicas,5 ya que estas no eran adecuadas para
climas tropicales, tanto por el calor que daba a los portadores como por la
corrosión que sufrían.
El arma
principal de los ejércitos andinos era la honda, realizada con tejidos, con la que arrojaban piedras
calentadas hasta el rojo vivo, envueltas en algodón y brea. Utilizando estas
armas los quechuas arrasaron Cuzco ocupada por los españoles en 1536.5
En el primer
momento de la conquista las armas de fuego y en especial los arcabuces causaron gran impresión debido al estruendo. Pero su
efecto militar fue escaso. Las espadas de acero y de hierro, los cuchillos y
las armaduras demostraron ser mucho más efectivos militarmente. Por esta razón,
cuando alcanzaban el dominio de alguna nación, los españoles prohibían el
acceso a las armas de hierro por parte de los pobladores sometidos.
Los animales
fueron otro factor militar. Por un lado, la introducción del caballo por parte de los españoles, les permitió en algunos
casos moverse con rapidez y lanzar rápidos ataques. Sin embargo en las zonas
montañosas y selváticas, los españoles se mostraron menos adaptados
tecnológicamente que las culturas indígenas, que utilizaban la llama y técnicas especiales para construir caminos y
puentes adaptados a ese tipo de terrenos. En algunos casos los pueblos
originarios, principalmente en Norteamérica, la Araucanía, la pampa y la Patagonia, se apropiaron del caballo y desarrollaron técnicas
de adiestramiento y monta, y se volvieron un factor decisivo para rechazar a
los conquistadores. Los españoles utilizaron también perros para
rastrear y atacar indígenas y esclavos en la selva y en los bosques.
La forma de
hacer guerra de los españoles, como la de la mayoría de los europeos era más
sangrienta e involucraba más guerreros que los que los indígenas americanos
estaban acostumbrados a utilizar. Las armas de hierro y acero producían
lesiones tan evidentes como las de las flechas envenenadas.
Pero el
factor decisivo en la derrota de las civilizaciones americanas fue la caída de
sus líderes y emperadores, aunque posiblemente pudo jugar algún papel el colapso demográfico. Entre los investigadores y sectores sociales no hay
consenso sobre las causas de ese colapso, atribuyéndolos unos a un genocidio, otros a la introducción de nuevas enfermedades y un tercer grupo a una combinación de ambas causas.
El investigador norteamericano H. F. Dobyns ha calculado que un 95% de la población total de
América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón. Por su
parte, Cook y Borak, de la Universidad de Berkeley, establecieron luego de décadas de
investigación, que la población en México disminuyó de 25,2 millones en 1518 a
700 mil personas en 1623, menos del 3% de la población original. En 1492 España y Portugal
juntas no superaban los 10 millones de personas.
Aunque no
fueron los únicos factores en juego, hubo un conjunto de tecnologías que hicieron posible la conquista
de América. Fueron unas pocas tecnologías eurasiáticas (ninguna
exclusivamente castellana) las que posibilitaron la conquista: las carabelas y
carracas catalanas y las técnicas de navegación de ultramar; los cascos,
armaduras y cotas de malla de acero que protegían a los conquistadores de las
lanzas, flechas y garrotes indígenas, las espadas de acero con los mataban; los
caballos.
Navegación de ultramar
La
conquista castellana de América requirió el dominio de tecnologías de
construcción de barcos con características apropiadas para hacer viajes
oceánicos de larga duración, así como de los saberes indispensables para
guiarlos a buen destino sin tierras a la vista. Cada una de estas tecnologías
estaba basada en un complejo acrecentamiento de otras desarrolladas al menos
desde la época de los mercaderes fenicios más de dos mil años antes de la
Conquista.
Las
embarcaciones se conocen desde la remota antigüedad, pero recién alcanzaron
gran porte en Europa en la Edad Media (los chinos lo lograron mucho antes). En
el siglo XIII la Liga Hanseática del europeo Mar del Norte comerciaba en barcos
de gran manga (ancho, en la jerga náutica) denominados cocas, dotados de un
solo mástil con vela cuadrada. En esa época la náutica europea tuvo cuatro
importantes avances técnicos. El primero fue el comienzo de la navegación en
mar abierto, posible gracias a la brújula (aguja de marear) inventada por los
chinos. El segundo, la introducción en el Mediterráneo de la vela latina. El
tercero, el timón de codaste, que hizo más preciso y simple el control del
rumbo. Sin embargo, ninguno de los barcos de esta época era apropiado para
largos viajes oceánicos debido a sus limitaciones estructurales y de capacidad
de transporte, que no podía ser inferior a 100 toneladas. La tonelada de esa
época era una unidad de volumen igual al espacio de bodega donde podían
almacenarse 2 toneles atados entre sí, capaces de almacenar unos 600 kilogramos
de agua cada uno, unas 1,2 t de hoy.
A
comienzos del siglo XV los portugueses desarrollaron la carabela, un nuevo tipo
de barco pequeño de tres o cuatro mástiles de los cuales sólo el mástil de proa
(trinquete) llevaba una vela cuadra, siendo las demás latinas. Su capacidad de
carga era de 100 toneladas o más y su silueta era inconfundible debido a la
extensa proa, su elevado y angosto puente o castillo de popa. Estos fueron los
barcos que les permitieron superar la navegación costera y llegar a Asia, por
el Oriente y a Brasil, por el Occidente. Los astilleros catalanes y andaluces
tomaron los modelos de carabelas portuguesas, a las que no parecen haber hecho
otras modificaciones que los incrementos de tamaño del casco y de la cantidad y
disposición de las velas latinas y cuadras. Los famosos galeones españoles que
custodiaban los barcos mercantes eran la agrandada versión militar de la
carabela portuguesa, profusamente equipados con poderosos cañones.
La figura
superior muestra una carraca, barco posterior pero muy similar a la carabela.
La versión militar de estos buques llegó a alcanzar grandes tamaños. La gran
carraca del rey Enrique VIII de Inglaterra tenía una capacidad de carga de
1.500 toneladas y transportaba 195 cañones y 900 tripulantes. La más pequeña de
las carabelas de Colón, mucho más chica que esta carraca, probablemente medía
unos 16 m de eslora (distancia entre el codaste y la roda, aproximadamente el
largo total del barco) y 7 m de manga y tenía una capacidad de carga útil
cercana a las 200 toneladas. La buena operación de una carabela pequeña
requería alrededor de 100 tripulantes, de los cuales unos 50 eran marineros, 30
grumetes y el resto oficiales y artesanos de variados oficios: carpinteros,
calafateros, artilleros (si el barco estaba armado para defenderse de piratas)
y barberos (cirujanos). Arriar y desplegar las grandes velas, aún con ayuda de
tornos requería un gran número de marineros y grumetes. Todo esto requería una
capacidad de carga superior a un centenar de toneladas.
La
navegación transoceánica, que en esa esa época sólo los chinos y europeos
habían dominado, es así una tecnología compleja que requiere el dominio de al
menos los siguientes saberes:
- Construcciones
de madera resistentes y estancas. Aunque los europeos del Renacimiento
sabían construir grandes edificios de madera, la carpintería naval les
presentó nuevos desafíos. El primero fue dar a los barcos la resistencia
necesaria para soportar las grandes fuerzas destructivas de las olas,
fuerzas redobladas durante las frecuentes tormentas atlánticas. Este
desafío es similar al de hacer construcciones de madera antisísmicas en
zonas de terremotos frecuentes. Esto se logró con el uso de estructuras
inspiradas en las cúpulas de las iglesias. El segundo fue la construcción
de cascos suficientemente estancos para impedir el excesivo ingreso de
agua a través de las juntas. Se usaron para ellos 2 técnicas diferentes de
unión de las tablas de madera de roble: las juntas a tope que unían canto
con canto; el tingladillo, donde se solapaban como en una cubierta de
techo de tejelas. En ambos casos había que aplicar a las maderas
sustancias impermeabilizantes (para evitar su podredumbre) y selladores de
grietas y juntas (usualmente brea). Así y todo, ya que el sellado no era
perfecto, había que instalar sistemas de achique (desagote) constante con
bombas manuales.
- Propulsión y
maniobrabilidad. Las velas eran el único sistema de propulsión de barcos
conocido en esa época. Las originales velas cuadras (cuadradas) de los
barcos del Mediterráneo sólo permitían la navegación a favor del viento
(sotavento). Las velas latinas, de forma triangular y sujetas en su parte
inferior a parantes móviles (las vergas), en conjunción con una quilla
sobresaliente, permitieron el avance de los buques en oposición parcial al
viento de proa (barlovento) mediante trayectos zigzagueantes denominados
bordadas.
- Capacidad de
carga superior a las 100 toneladas. Los buques debían transportar, entre
tripulación y soldados, unas dos centenares de personas con sus bagajes
personales, así como armas, caballos y alimentos (incluidos animales como
cerdos y vacas) y enseres indispensables para los largos tiempos de
navegación (de dos a tres meses para llegar al Río de la Plata, mediando
vientos favorables). Esta capacidad de carga fue una consecuencia de las
técnicas de construcción y de la dotación de un número suficiente de
velas.
- Determinación de la posición de la nave. La tarea de determinación de la posición del buque, a cargo del piloto, requería importantes saberes matemáticos y el correcto uso de varios instrumentos de medición. La brújula identificaba la dirección y sentido del movimiento del barco. El astrolabio y el cuadrante permitían usar la posición de los cuerpos celestes para determinar la latitud, siempre y cuando el cielo estuviera despejado y se dispusiera de tablas astronómicas apropiadas (conocimiento bien desarrollado en la época). La corredera daba una medida, aunque imperfecta, de la distancia recorrida por el barco, y permitía estimar aproximadamente la longitud. Conocidas la latitud y la longitud se podían usar cartas geográficas de la zona —cuando existían— para conocer la ubicación del barco. El problema de la determinación precisa de la longitud, el más complejo de todos, recién fue resuelto satisfactoriamente, en la primera mitad del siglo XIX, cuando se construyeron relojes capaces de funcionar con gran precisión (menos de 1 segundo de error por día) en lugares sujetos a golpeteos continuos.
Fuentes
- Derry T. K.
& Williams, Trevor I.; Historia de la tecnología volumen 1: desde
la antigüedad hasta 1750; Siglo Veintiuno de España Editores SA;
Madrid (España); 1986 (9ª edición); ISBN
9788432302794 (Derry HT1); pp. 277‑291.
Armas y armaduras
![](http://us.123rf.com/400wm/400/400/romanbutskykh/romanbutskykh1108/romanbutskykh110800002/10140264-escudo-de-armas-con-armaduras-medievales-y-las-alas.jpg)
Los
españoles habían desarrollado, por métodos empíricos, la tecnología de
fabricación de acero de excelente calidad —en la que se destacaba la ciudad de
Toledo— que usaban en la fabricación de espadas y alabardas (las principales
armas ofensivas de la época) y de los defensivos cascos, armaduras y cotas de
malla, todos de gran resistencia, duración y costo. Era agobiante usarlos, pero
la experiencia pronto les enseñó que en las regiones hostiles no debían sacarse
los cascos y armaduras ni siquiera para dormir. Los robustos caballos —que
trajeron primero de España y luego comenzaron a reproducir en estas tierras—
desempeñaron un papel central en la conquista: les sirvieron de medio de
transporte aliviando la carga de las armas y armaduras y fueron un arma
equivalente a los actuales tanques de guerra (habían compañías Caballos Coraza
con animales acorazados). El caballo inspiró inicialmente terror a los
aborígenes, que creyeron enfrentarse a centauros acorazados, terror que luego
superaron, incorporando al animal a su cultura. Esta incorporación, sin
embargo, no fue lo suficientemente rápida ni complementada con las demás
tecnologías necesarias para contrarrestar la superioridad guerrera de los
conquistadores.
Es
generalizada la errónea creencia que las armas de fuego tuvieron un rol
decisivo en la conquista. En la época habían dos tipos armas de fuego, ninguna
demasiado eficaz y ambas de difícil y riesgoso manejo: las armas individuales
(cuyo prototipo era el arcabuz) y los primitivos cañones. Ambas estaban basadas
en la gran expansión producida por la combustión de la pólvora y el tosco
método de eslabón y pedernal usado en la época para encender fuego. Todas ellas
tenían muy poca precisión a distancia, y aunque no tenemos datos para los
arcabuces, para los fusiles usados tres siglos después en las guerras de la
independencia argentina (mucho más eficientes que aquellos) se estimaba que en
el rango medio de su alcance daba en el blanco aproximadamente uno de cada
10.000 disparos. Los cañones eran similarmente imprecisos y su principal uso en
la Europa de la época era derribar fortificaciones ubicadas en planicies. Las
fortalezas amerindias estaban en las laderas de las montañas, sin buenos
caminos de acceso que permitieran transportar cañones. La pólvora con que
operaban debía ser traída desde muy lejos y no podía ser fabricada por el
propio ejército en campaña. Las operaciones de recarga de los arcabuces y los
cañones requería más de una decena de pasos que debían ser efectuados con precisión,
a cubierto de la lluvia y llevaban largo tiempo, tarea imposible en las
batallas cuerpo a cuerpo preferidas por los amerindios. Asimismo, tanto los
arcabuces como los cañones fallaban con frecuencia, hiriendo o matando a sus
portadores u operadores. El único efecto importante de las armas de fuego de la
época era el susto que su estallido provocaba a los que no las conocían, efecto
que la familiaridad hacía desaparecer rápidamente. Muy distinta fue, en cambio,
la importancia del descendiente de casi cuatro siglos después, el fusil de
repetición Rémington, responsable junto con el telégrafo del rápido éxito de
las campañas al “desierto” no patagónico y a la región chaqueña a fines del
siglo XIX.
El escritor sueco Sven
Lindqvist, en el libro Exterminad a todos los brutos, señala al
respecto:
Cuando los europeos marcharon hacia el este, como cruzados en los siglos
XII y XIII, encontraron pueblos que les eran superiores en cultura, en astucia,
diplomacia, conocimientos técnicos y por sobre todo, experiencia con las
epidemias. Miles de cruzados murieron entonces por la inferioridad de su
"cultura bacteriológica". Cuando los europeos marcharon hacia el
oeste, en el siglo XV, ellos mismos eran portadores de las bacterias
superiores. Los pueblos murieron, en todas partes a donde los europeos
llegaron. En 1492 llegó Colón a América. La extensión de la llamada
"catástrofe demográfica" que le sucedió es juzgada diversamente por
los distintos investigadores. Lo que es seguro es que no tiene parangón en la
historia del mundo. Según la opinión vigente actualmente, había en América, a
la llegada de Colón, más o menos tantos habitantes como los que había en
Europa, algo más de 70.000.000. Durante los siguientes trescientos años la
población del mundo creció un 250%. Europa creció aún más rápidamente: entre
400 y 500%. La población americana original, por el contrario, mermó entre el
90 y el 95%.
Más rápida y de mayor dimensión fue la catástrofe demográfica en las zonas
más pobladas de América Latina que primero entraron en contacto con los
europeos: las islas de las Indias Occidentales, México, América Central y la
región andina. Solamente en México puede haber habido unos 25 millones de
habitantes cuando los europeos llegaron en 1519. Cincuenta años más tarde la
cifra había descendido a 2,7 millones. Otros cincuenta años después había
todavía 1,5 millones de indios. Más del noventa por ciento de la población
originaria había sido exterminada en 100 años.
La gran mayoría de esos hombres no murieron en batallas. Murieron, pacíficamente,
de enfermedades, hambre y condiciones de trabajo inhumanas. La organización
social de los indígenas había sido destruida por los conquistadores blancos y,
en la nueva sociedad, era utilizable tan sólo una pequeña fracción de ellos.
Los nativos eran de "baja calidad como fuerza de trabajo" para los
blancos. Había muchos más nativos de los que la pequeña cifra de blancos podía
explotar con los métodos existentes. La causa directa de la muerte era,
frecuentemente, una enfermedad, pero la razón de fondo era que los nativos eran
demasiado numerosos para que tuviesen algún valor económico en el marco de la
sociedad de los conquistadores.
¿Era justificable el continuar la conquista que tenía tan fatales
consecuencias? Esta pregunta fue el gran tema de discusión entre los
intelectuales españoles del siglo XVI. Alcanzó tal dimensión que Carlos V, el
16 de abril de 1550, prohibió extender la conquista a la espera de un debate
sobre su justificación, una disposición que no tiene equivalente en los
anales de la expansión occidental, como escribe Magnus Mömer. El debate tuvo
lugar en Valladolid, en agosto de 1550, entre un jurado de destacados juristas
que no pudieron ponerse de acuerdo en sentencia alguna.
¡De qué hubiese servido! Ninguna sentencia en el mundo hubiese logrado que
los españoles hiciesen lo que ellos consideraban era un trabajo para los
indios. Ninguna sentencia hubiese logrado impedir que tratasen a los indios
como seres inferiores, que con violencia debían someterse a sus señores
naturales. El que los indios, por causas desconocidas, se muriesen, era
lamentable, pero claramente inevitable.